Lo que Cartagena me debía

Si usted odia las historias de amor, o quiere que le cuente que pasó en el Congreso de Publicidad, o no está de humor para relatos empalagosos, o si de golpe es diabético y le afectan los cuentos muy dulces,  pare aquí y no lea el siguiente post.

¿Cómo cobrarle un deuda a una ciudad?

En toda mi vida he estado solo 4 veces en Cartagena de Indias. La primera oportunidad fue en mi excursión de grado 11, la segunda mi primer congreso de publicidad, luego la filmación de un comercial (en el que le dábamos a una familia uno de los mejores días de su vida) y la última vez fue hace una semana nuevamente en el congreso.

Sin quererlo, la primera y la cuarta vez están muy conectadas.  Quizás porque en la primera Cartagena me quedó debiendo muchas que fueron pagadas con creces la última oportunidad.

Aquí empieza una historia bonita.

Era 1993, estaba en grado 11 y como todos los estudiantes de colegios masculinos de clase media de Bogotá, el mío había organizado una excursión a Cartagena y San Andrés. Cualquier excursión de este tipo tiene tres componentes que la hacen irresistibles para todos los adolescentes de 16 años: conocer niñas de otros colegios, grandes momentos con los amigos y por supuesto unos buenos tragos (Signifique lo que signifique eso).

El problema es que cuando llegó la hora de mi excursión, yo acababa de conocer a la mujer de mi vida, Martha.

Fue así como llegué a Cartagena pensando ella. Recuerdo que le pagué a un amigo (que no lo dejaron ir a la excursión) para que le mandara un ramo de rosas haciendo parecer que yo se lo había mandado desde allá. Me tomé, solo, una botella de Ron tres  Esquinas, pensando en ella. Escribí su nombre en la playa y unas viejas del Colegio Teresiano que pasaban, se burlaron de mí. Usé el papel membreteado del hotel caribe y le redacté una carta, que ella aún conserva. Fui al castillo de San Felipe y casi no recuerdo nada de la historia porque en mi mente solo había espacio para una persona, lo que dejaba por fuera piratas, españoles y todo lo demás.

¿Romántico, empalagoso, cursi, y medio bobo? Sí claro, pero es que así es uno cuando tiene 16, y ojalá nunca se le pasara.
Cartagena de Indias, tiene "eso" que hace que cualquier foto se vea muy bien.
 Es algo que le pasa a una ciudad cuando se vuelve una "Gran Ciudad"
Pensé mucho en ella en Cartagena. A mi regreso a Bogotá, fui a su casa, le lleve un Osito de peluche (Que conservó, a pesar de las preguntas de los ex novios), una tonelada de chocolates americanos comprados en San Andrés, le conté que en la excursión me la había pasado pensándola y que estaba enamorado. Unos días después  le pedí que fuéramos novios y adivinen que me dijo...

Me dijo que no.

Después de eso estuve mucho tiempo deprimido, en psicoterapia, y por supuesto haciendo las cosas que no había hecho en la excursión, como pasar mucho tiempo con mis amigos, conocer niñas de otros colegios y tomarme unos tragos.
Hasta aquí esta podría ser una triste historia de un enamorado del amor a principios de los 90´s, pero Dios, Buda, el destino, Alá, o sea quien sea, el que maneje las vidas de nosotros los seres humanos, un día me hizo pensar que cuando uno quiere algo, tarde o temprano se cumple.

Hace 10 años Martha y yo nos encontramos de nuevo, casi por casualidad, y nos hicimos novios, nos casamos, tenemos un hijo hermoso y queremos tener otro.
El punto era que, aunque vivíamos muy felices, yo siempre recordaba esas noches en Cartagena mirando la playa, pensando en que quería estar con Martha en una ciudad así de hermosa. Cartagena me debía algo. Cartagena me debía la sensación de estar con la mejor mujer del mundo en la de la ciudad más romántica del mundo.

Habíamos hecho muchos viajes juntos pero ninguno a Cartagena.

Lo bueno es que este año esa deuda sería saldada y con creces. Con motivo del Congreso de Publicidad, viajé a Cartagena, había trabajado muy duro haciendo la campaña unos meses atrás y era el momento de ver como había quedado todo. Al igual que 19 años atrás estaba en la misma ciudad pensando en Martha (y en que iba a escribir esta historia).

El plan original era que solo viajáramos los dos como en una segunda luna de miel, pero, mi hijo, que es lo más lindo del mundo, convenció a la mamá diciéndole “ ¿por qué ustedes van y yo no, si nosotros somos una familia y vamos juntos a todas partes? ” luego de cual mi esposa me convenció a mí. He llegado a pensar que esta familia es una cadena de manipulación (en el mejor de todos los sentidos): Alejandro mi hijo manipula a Martha, Martha me manipula a mí y yo trato de manipular a Alejandro a veces sin éxito.

Martha llegó con Alejandro dos días después y fue así como empezamos a cobrarle a Cartagena lo que nos debía. No era ir a la playa, era ir al a playa con el amor de mi vida. No fue un simple paseo en coche, era un paseo con el que había soñado por mucho mucho tiempo. No era estar en una ciudad, era cumplir el sueño de un adolescente de 16 años. Fuimos a casi todos los bonitos lugares que la ciudad nos podía dar.

Y a pesar de que no hicimos nada diferente a lo que cualquier turista hubiera podido hacer, la carga de magia era muy impresionante.

Los 3 felices volviendo a casa
Cartagena me había pagado lo que me debía. Todavía tengo en mi cabeza el sonido de las herraduras contra las piedras de la ciudad vieja, junto con el viento y el ruido de los turistas al fondo. Todavía pienso en lo lindo que son los sueños que se cumplen. Todavía me sorprende como se vuelve uno cuando está enamorado.

Gracias por compartir esta historia conmigo y los espero con un nuevo post la semana que entra.

@alirioardila


#LoqueCartagenamedebía 

3 comentarios:

  1. Comentarios? Errores? Le ha pasado algo igual? Deje acá su comentario!

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  2. Vea pues Alirio que buen escrito, se ha jalado, me he transportado a unos recuerdos muy parecidos a los suyos..... Cualquier parecido con un relato de Gabo es mera coincidencia, un abrazo y siga escribiendo ¨las palabras se las lleva el viento pero lo escrito, escrito esta¨ Cordialmente Ivan Jimenez

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  3. Don Iván gracias por sus comentarios, un abrazo.

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